Comer en familia es clave para adquirir hábitos alimenticios saludables y prevenir así la obesidad infantil, según el ‘Estudio del ambiente durante la hora de la comida en la infancia’ en el que se han observado a medio centenar de familias, con hijos pequeños (3-7 años), y de diferentes clases sociales.
Este estudio, realizado por la Fundación THAO con la colaboración del Instituto DKV, ha estudiado las interacciones familiares y ha examinado la dinámica familiar durante la hora de la comida, recogiendo las estrategias que usan los padres y madres para influir en la comida de sus hijos, el uso relativo de cada estrategia y la respuesta de los niños dentro del contexto de la hora de la comida en el hogar.
Sin embargo, el estudio no consiste en observar lo que comen sino lo que sucede al rededor de la comida para dar una visión general del comportamiento de las familias que se han estudiado, por lo que se han analizado aspectos educativos y culturales, la duración de las comidas, las preocupaciones que tienen los padres respecto a cómo comen sus hijos, las estrategias y los elementos de negociación que utilizan.
En cuanto a la duración de las comidas, se observa que influye en el ambiente familiar pues normalmente una mayor duración suele corresponder a familias con una mayor interacción con los hijos a la hora de la comida y un ambiente positivo de conversación centrada en las actividades de los hijos e hijas; mientras que por ejemplo las comidas que duran menos de 20 minutos, se relacionan con niños que comen solamente con la presencia del padre o la madre y las intervenciones de este se centran en el comportamiento de comer en sí, y a menudo también en los modales en la mesa.
Además, a la hora de comer, existen dos modelos de reacción, el ‘Modelo situación de dinámica conversacional’ y el ‘Modelo situación de dinámica centrada en el acto de comer’. En el primero, el ambiente de la comida es más satisfactorio y los padres utilizan menos estrategias y más concretas para conseguir sus objetivos, pero cuando la dinámica se centra en el acto de comer, a menudo junto a juguetes o viendo programas de televisión, aumenta la dispersión propia del niño, propiciándose en los pequeños una dualidad entre el ‘deber de comer’ y ‘el placer de divertirse’.
La distracción, la lentitud y los modales son las principales preocupaciones de los padres cuando sus hijos se sientan a comer, pero hay que tener en cuenta que los pequeños necesitan su tiempo para comer y que se respete su propio ritmo como condición básica para que la comida pueda representar un aprendizaje positivo, tanto sensorial de nuevos sabores, aromas o texturas, como sobre todo lo relacional.
Es normal que los niños se distraigan, ya que su atención está determinada por los estímulos que le rodean y si, como en muchos casos, la comida se comparte con juguetes o programas de televisión, las posibilidades de que preste atención a la comida son casi nulas. En este sentido, es alarmante que la mitad de los niños y niñas observados comen con la presencia de la televisión u otros aparatos electrónicos como el teléfono móvil, tablet, etc. En estas situaciones los padres y madres se preocupan por la lentitud y la distracción, creyendo erróneamente que poner el programa de televisión que le gusta o dejarle los juguetes va a facilitar que su pequeño coma, cuando precisamente produce el efecto contrario.
En cambio, en las situaciones en que no hay elementos de distracción en la mesa y los padres interactúan con sus hijos, interesándose y conversando con ellos, los pequeños se distraen menos y se centran en la comida y en la relación.
Por otro lado, es muy habitual en los padres, que estos utilicen la recompensa alimenticia y la amenaza alimenticia. Esto se centra en que si el niño come bien premiarle con el postre o con ver la televisión, y viceversa.
Sin embargo, es importante que el postre se conciba como alimento dentro del conjunto de la comida, no como elemento lúdico, ajeno a la alimentación.

LAS ESTRATEGIAS DE LOS PADRES

En un estudio realizado en Estados Unidos por Joan K. Orrell-Valente, se describieron varias estrategias utilizadas por los padres para que sus hijos comieran como la proposición neutra (‘no olvides comer tu carne’), la de presionar para que coma (‘cuando te digo que comas, ¡come!’); la de razonamiento: (‘¿quieres probar las judías? Las he hecho como a ti te gustan’); la de recompensa alimenticia (‘si te comes todos los trozos de carne, te daré una piruleta’); la de alabanza (‘te has comido todo el pollo, ¡buen trabajo!’); o la de restricción de alimentos (‘no más patatas’), entre otras.
Estas estrategias también son aplicadas por los padres y las madres del ‘Estudio del ambiente durante la hora de la comida en la infancia’ pero, además, se han encontrado tres nuevas estrategias: la de animación, como por ejemplo ‘venga, come que ya queda muy poco’; la de negociación, como ‘dos cucharadas más y ya está’; y la de aceptación, ‘vale, ya has comido bastante’.
Por último, se ha demostrado que estas estrategias han obtenido unos resultados mejores porque se basan en el respecto por la dinámica de sus hijos, sus ritmos, sus percepciones y sensaciones durante la comida, y desarrollan en los padres la capacidad de saber escuchar a sus hijos.
 
Fuente: lainformacion.com
http://noticias.lainformacion.com/asuntos-sociales/ninos/comer-en-familia-clave-para-adquirir-habitos-alimenticios-saludables_KQ3Gl62WuXAOhoqFlKfFa1/