A día de hoy no hay lugar a dudas de que el consumo habitual de refrescos no conlleva ningún beneficio para la salud, y que por el contrario, tienen efectos perjudiciales en nuestro organismo. La recomendación en cuanto al consumo de refrescos, sean o no azucarados, es clara: «cuantos menos, mejor´´. Eso no significa que no podamos tomar uno de vez en cuando si nos gustan en una celebración, o un día puntual sin motivo alguno… Pero no deben formar parte de nuestra rutina dietética ni estar presente en nuestras comidas como bebida de elección.
Los refrescos tanto azucarados como en su versión light o zero son nocivos, y no debemos considerar como más saludable cuando optamos por aquellos sin calorías o sin azúcar añadido. El azúcar por supuesto, es uno de los principales hándicap que convierten a los refrescos en opciones poco saludables, relacionadas con un aumento de peso en todas las edades y los consecuentes efectos, pero no es el único ingrediente no recomendable. Si tomamos un refresco sin azúcar añadido, es cierto que reducimos el aporte de calorías y por lógica de azúcares, pero a costa de incluir edulcorantes u otros aditivos que compensen las características organolépticas, que tampoco deberíamos consumir diariamente ni de forma abusiva en la dieta.

¿Cuántos refrescos tomamos?

Según el último Informe de consumo alimentario en España de 2017 publicado por el Ministerio del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación,el consumo de refrescos ha decaído en un 4,9% respecto al año anterior en total. La media actual sigue siendo elevada, de 38,22 litros por persona al año. Sobre todo ha disminuido el consumo de bebidas azucaradas, ya que las bebidas light prácticamente se mantienen en el mismo consumo medio, puesto que es el sustituto de elección por gran parte de los consumidores interesados en reducir el azúcar de su dieta o el aporte calórico final. El consumidor concienciado ha captado el mensaje de la importancia de reducir el azúcar y de la clara relación de los refrescos en relación con el sobrepeso y la obesidad, lo cual ha llevado en algunos casos a eliminar los refrescos de su dieta, pero principalmente a escoger la versión light o zero.
¿Qué se sabe de los refrescos azucarados?
Centrándonos en los refrescos azucarados, son opciones de bebida altas en calorías y azúcar añadido, aditivos que proporcionen el color, aroma, saborizantes…, pero carentes de ningún tipo de interés nutricional. Es decir, aportan calorías vacías, y además, desplazan a otras bebidas de mayor calidad como sería principalmente el agua, pero también podrían ser: infusiones, té, café, lácteos sin azúcar, batidos de frutas, agua con gas…

Como dato, recordar que el azúcar no aparece en la lista de ingrediente solamente como «azúcar´´ de nombre. Puede aparecer de otras mil maneras como: fructosa, glucosa, dextrosa, sacarosa… que en definitiva son azúcar añadido igual, y debemos de evitarlo o reducirlo de la misma forma.

Últimas evidencias de los refrescos y salud…
Las últimas publicaciones científicas han dejado claro que tienen una alta correlación positiva con el sobrepeso y la obesidad, dedicándole especial atención a la población infantil y adolescente, gran consumidora de refrescos, y cuyas tasas de sobrepeso y obesidad son alarmantes en España. También se han encontrado otros estudios que asocian su consumo a mayor riesgo cardiovascular, de Diabetes tipo II… todo ello probablemente asociado al aumento de peso debido a un consumo habitual de estas bebidas.

«Los refrescos no deben formar parte de nuestra dieta habitual, y solo deben tener un consumo moderado y puntual, siendo cuanto menos mejor.»

Algunas de las razones de peso por las que estas bebidas se relacionan a mayores tasas de sobrepeso y obesidad, además de por razones obvias de que aportan calorías y azúcar en exceso y por supuesto innecesario, es porque disminuyen nuestra sensación de saciedad. Es decir, se ha demostrado que aquellas personas que consumen habitualmente refrescos, no necesariamente reducen calorías de otro sitio, sino que terminan tomando más calorías al final del día, y muchas veces a base de productos comestibles no tan saludables. ¿Qué tenemos que tener claro aquí? Una caloría no es una caloría, es mucho más. Depende de dónde proceda, del contexto… por lo que no debemos verlo desde una perspectiva tan simplista.
En la bibliografía también encontramos estudios que las relacionan con mayor resistencia a la insulina (riesgo aumentado de Diabetes tipo II), mayor acúmulo de grasa visceral (más peligrosa a nivel cardiovascular)… Encontrando que dedicar 150 kcal del total de nuestra energía al día en forma de refrescos azucarados, aumenta notoriamente el riego de Diabetes tipo II. Y 150kcal hablando de refrescos, es bastante poco en comparación con lo que se toma mucha gente. Respecto al riesgo cardiovascular, se han asociado con mayor prevalencia de patología coronaria por calcificación arterial,  entre otros factores asociados a problemas cardíacos como: exceso de grasa a nivel abdominal, dislipemias…
Y, por otro lado, se asocian a un mayor riesgo de caries dental e incluso fracturas por incidir negativamente en la masa ósea.
Las últimas publicaciones de este año…
Las publicaciones más recientes publicadas en este mismo año han dado un paso más allá en algunas de las consecuencias de consumir refrescos azucarados habitualmente.

«En un contexto de dieta saludable, los refrescos azucarados tienen cabida puntualmente a modo de capricho, pero siempre y cuando la dieta en general sea buena.»

El mes pasado se publicó una revisión sistemática que encontraba hallazgos interesantes sobre la relación entre refrescos azucarados y el mayor riesgo de hiperuricemia o de desarrollar gota. En general, los resultados apuntaban a una relación positiva en la mayoría de los estudios, concluyendo un total de un 35% más de riesgo de hiperuricemia o valores de ácido úrico elevados entre los grupos de población más consumidores de refrescos con azúcar. Los estudios que asocian ambos factores aun así son escasos a día de hoy y sería interesante profundizar más en el área para sacar resultados más concluyentes.
Respecto al cáncer, es otro conjunto de patologías que se encuentra en el punto de mira en relación con un consumo excesivo de refrescos. Dos estudios recientes asocian la ingesta de estas bebidas con un probable mayor riesgo de algunos cánceres como de endometrio y de mama., sobre todo en mujeres postmenopaúsicas. También estudios anteriores lo asociaban a mayor riesgo de tumores de vesícula biliar, colon… Y lo más importante de todo, es tener claro que si aumentan el riesgo de sobrepeso y obesidad, de por sí este es un claro factor en el aumento de prevalencia de la gran mayoría de cánceres.
 
Fuente: Fundación Alimentación Saludable
http://www.alimentacionsaludable.es/noticias