El ritmo de vida contemporáneo apenas nos deja tiempo para disfrutar plenamente de una comida. Si bien en ocasiones la justificación es real, la obsesión por la velocidad se ha instalado en nuestra mente relegando el espacio de las comidas a un gesto mecánico y apresurado. Pero aunque todos nos desesperemos cuando a nuestro lado alguien come despacio y nos retrasa el postre, la paciencia y la tranquilidad en la mesa son siempre espejos en los que mirarnos.
Michael Mosley, autor del libro The clever guts diet, en el que habla de la inteligencia del cuerpo respecto a la alimentación, critica precisamente la tendencia moderna de engullir comida sin saborearla. “Vamos de aquí para allá y estamos tomando una barrita o comiendo una hamburguesa siempre en movimiento”.

http://www.lavanguardia.com/vivo/nutricion/20170815/43568969787/el-tiempo-que-debemos-dedicar-a-comer.html

Mosley advierte que ingerir alimentos de cualquier modo es especialmente dañino por dos motivos: el azúcar en sangre aumenta muy rápidamente y no damos tiempo a que el alimento golpee una sustancia llamada PYY, la hormona que regula nuestro apetito avisando a nuestro cerebro de que estamos llenos.
Comer rápido, entonces, significa almacenar cientos de calorías extra en nuestro estómago. ¿Qué podemos hacer para evitarlo? Juan José Vicente Baños, experto en nutrición y alimentación, nos aconseja reconsiderar nuestros hábitos con un par de consignas flexibles y muy fáciles de llevar a cabo: dedicar a la comida al menos 30 minutos –el tiempo estimado que el cerebro tarda en reconocer que estamos saciados– y masticar entre 5 y 10 veces más el alimento de lo que lo solemos hacer habitualmente.
Cuando comemos rápido comemos de cualquier modo. ¿Es mejor hacerlo sentados que de pie? Tajantemente, sí: de pie será más difícil relajarnos mientras comemos. “Para hacer una correcta digestión es conveniente comer sentados y atentos a lo que estamos haciendo en ese momento, que no es otra cosa que comer, y no distraernos con la televisión, leyendo, usando el móvil o discutiendo: todas estas cosas provocan una mala digestión, ya que el cerebro está contribuyendo a que el cuerpo realice otras funciones que no son las que requerimos”, apunta Vicente Baños.

«Para hacer una correcta digestión es conveniente comer sentados y atentos a lo que estamos haciendo en ese momento.»

La responsable del Centro de Nutrición y Dietética CENUDI, María José Otón, también insiste en la idea de disfrutar de la comida tranquilos, sentados a la mesa y sin distracciones externas, para ser conscientes de lo que estamos comiendo. “Masticando más cada bocado favorecemos mejores digestiones, la absorción de nutrientes, y nos aseguramos de recibir las señales que desencadenan la sensación de saciedad que nos permiten comer menos”.
Dejar los cubiertos encima de la mesa entre bocado y bocado, servir bebida y hacer pausas tomando sorbos de agua e incluso utilizar un cronómetro, son otros trucos muy útiles aconsejados por especialistas para aprender a controlar el tiempo de nuestras comidas: los hábitos se cambian a través de la constancia y estabilizarlos en nuestro día a día repercutirá en nuestro bienestar y nuestra salud.
Claudia Loring
Fuente: diario «La Vanguardia»
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