La nutrición de nuestros hijos es uno de los temas que más nos preocupan a los padres porque está directamente relacionada con el desarrollo y el crecimiento de los niños. Una alimentación sana y equilibrada es fundamental, pero ¿cómo conseguir que los niños coman bien, que coman de todo y en el tiempo adecuado según su edad? Para resolver todas estas cuestiones, la psicóloga Silvia Álava nos ofrece algunos consejos prácticos para que los niños no utilicen la comida como un método para llamar nuestra atención.

Cómo enseñar a los niños a comer de forma saludable

¿Qué podemos hacer los padres para que los niños coman de todo?
Desde que son pequeños, desde bebés, debemos ir introduciendo todo tipo de comidas en su alimentación y no esperar que los niños descubran qué es la fruta y la verdura en el comedor del colegio, tienen que haber ido comiendo estos alimentos desde pequeños en casa. Según van creciendo, debemos intentar ir triturándoles menos las comidas e intentar no disfrazar los alimentos. Una cosa es que una determinada comida se prepare, se haga un guiso o acompañemos las espinacas con bechamel, y otra no decirles a los niños que aquí hay espinacas o triturarlas tanto que no se den cuenta. Hay que normalizar el hábito de comer de todoe ir introduciendo comidas sanas y saludables con frutas y verduras, que es lo que más le cuesta a los niños desde bien pequeños. Y si los niños ven que lo hacemos con absoluta normalidad, se facilita su posterior ingesta.
¿En cuanto tiempo debe comer un niño, según la edad que tenga?
Según su edad, debemos establecer un tiempo límite de comida para los niños. No se trata de que engullan ni de que coman súper rápido, sino de decirles cuánto tiempo vamos estar con ellos y cuánto tiempo vamos a estar comiendo. Por ejemplo, un niño de unos 4 años puede tardar para comer un primero, segundo y postre unos 40 minutos y nos interesa favorecer desde el principio que coma él solo. Si es pequeño, troceamos el filete, pero el hecho de pinchar y llevárselo a la boca lo tiene que ir haciendo solo. El niño tiene que ver que hay un tiempo límite, un tiempo en el que se sienta cómodo, acorde y ajustado a su edad. Cuando se pasa el tiempo y vemos que ha estado remoloneando, que no quiere, que ha estado intentando prolongar el tiempo de la comida para recibir más atención del padre o de la madre, que sabe que no se van a mover de su lado hasta que haya terminado, lo que tenemos que hacer una vez termine ese tiempo límite es irnos para que termine él solo de comer, ajustando siempre el tiempo a la edad. Nunca se debe pretender que un niño coma en el mismo tiempo que un adulto, es más lento, va más despacio. Pero en un tiempo adecuado y razonable a su edad tiene que terminar de comer, y cuando se acaba ese tiempo, retirarle el plato.
¿Qué estrategias debemos establecer para marcar los tiempos de comida?
Dependerá mucho de la edad del niño y de las variables individuales de cada uno. Aquí, distinguimos dos casos: los niños muy ansiosos, que engullen la comida y tardan poco, a los que hay que enseñarles a masticar bien, a comer despacio y de forma mas relajada. Y los niños que son muy lentos, se eternizan y hay que estar encima diciendo come. En el primer caso, cuando los niños son especialmente ansiosos lo que tenemos que determinar el tiempo de comida que les tiene que durar cada plato. Una sopa no se puede tomar en tres cucharadas. Si tiene 3-4 años, una sopa tendrá que durar unos 10 minutos. A veces. es bueno poner un reloj de manillas, porque aunque no sepan la hora, pueden ir viendo el paso del tiempo, incluso pegar un gomet a la hora a la que tiene que haber terminado, para que ellos mismos puedan ir viendo el reloj y podamos decirles si van muy rápido, si tienen que reposar un poquito e ir más despacio. Si lo que están comiendo es un filete, cuando son pequeños es más fácil, porque el padre regula el tamaño de lo que se va a comer y podemos ponerles trozos más pequeños. Es importante decirles que deben pinchar de uno en uno, porque los niños muy ansiosos pueden pinchar tres o cuatro trozos de una vez, y no dejar que pinchen con la boca llena.
¿Qué debemos hacer cuando los niños son lentos comiendo?
Cuando los niños son lentos, tenemos el problema contrario. Podemos también servirnos de un reloj de manillas para que el niño vea el tiempo que queda. Si es especialmente lento es mejor ponerle el tiempo por platos. Con una sopa o un primer plato, un niño de 3-4 años no tendría que demorar más de 15 minutos. Podemos usar el mismo truco del gomet para que el niño vaya calculando, y avisarle que cuando la aguja llegue allí ya no vamos a poder seguir comiendo esto y tenemos que retirar el plato. ¡Ojo a esta técnica de retirar el plato!, porque no puede utilizarse con los niños que estén bajos de peso. Algunos no van a querer comer, estar esperando y pensar, ¡qué bien me lo van a quitar! Está es una técnica para cuando el niño es lento, pero no tiene otro problema asociado. Cuando el niño es lento y vemos que es especialmente inapetente, que apenas come y viviría del aire, no tenemos que quitarle el plato: cuando la aguja llegue al tiempo, tenemos que decirle que el tiempo de estar él se ha acabado. Los padres deben levantarse de la mesa para que él acabe el plato solo. Incluso, podemos meter una actividad reforzante que él vea que se va a perder como por ejemplo: justo ahora después de comer íbamos a ver unos dibujos animados, nosotros sí que los vamos a ver, pero tú te los vas a perder. Por supuesto, deberíamos verlos en un sitio distinto de donde el niño se encuentre.
¿Qué cantidad de comida deben ingerir los niños según su edad? ¿Se debe obligar al niño a comer todo lo que hay en el plato?
Según la edad que tenga el niño, el adulto debe gestionar la cantidad de comida que va a comer. Tenemos que tener claro que hay que poner una cantidad razonable. Hay muchas diferencias individuales, no se puede decir a esta edad se come esta cantidad ya que hay niños un poco más tragones y otros que son menos. Pero lo que no vale es perdonar la comida. Cada madre sabe perfectamente lo que su hijo come y lo que no, y es mejor poner una cantidad adecuada y razonable, sin entrar en el juego de perdonar trozos. Si el niño no es buen comedor, le ponemos cuatro trocitos, pero esos cuatro se los come, no negociamos con él, no se queda comida en el plato. Si tiene más hambrese puede repetir, pero siempre hay que comerse lo que hay en el plato. Si está enfermo es diferente: si no quiere comer no pasa nada, está malito y comerá más adelante. Pero si no tiene ninguna enfermedad, tiene que comerse todo lo que está en el plato.
¿Las arcadas y el hábito de pasar la comida de un lado a otro haciendo bola pueden ser el reflejo de un problema psicológico?
Cuando ves a un niño que está haciendo arcadas o bolas con la comida, en un alto porcentaje se trata de una llamada de atención hacia sus padres. No podemos decir que tenga un problema psicológico, lo que quiere es una atención extra por parte de sus padres y el momento de la comida es muy propicio para conseguirla. Los padres se agobian bastante si ven que los hijos no comen, y más si es chiquitín y ven que no crece y no engorda. Llega un momento en que los padres son capaces de casi todo para que coman y no vomiten la comida. Los niños condicionan el vomito con una facilidad increíble, porque saben que muchas veces si fuerzan el vomito dejan de comer. Hay que tener cuidado con las muestras que hacen a veces los niños, porque constituyen más una llamada de atención que un problema. Si vemos que el tema se nos escapa de las manos podemos pedir ayuda a un profesional, pero en la mayoría de los casos es una llamada de atención.
¿Es bueno camuflar las verduras a los niños o conviene ofrecérselas sin aliñar para que se acostumbren a su sabor?
Respecto a camuflar las verduras, hay que distinguir dos temas: el guiso que puede ir acompañado como judías con jamón, o disfrazar la comida. El niño tiene que saber a que saben las judías, y tiene que saber qué es y cómo es la verdura, pero eso no implica que siempre tengan que comerse al vapor sin echarles aceite o jamón. Entre disfrazar la comida y no hacer un guiso un poco más elaborado, que esté más rico, debemos establecer un punto intermedio. El niño tiene que conocer el sabor, la procedencia y el color de la verdura, pero no por eso tenemos que ser especialmente puristas y no dejarles comer platos con verduras que pueden estar exquisitos como las judías con jamón.
¿Por qué el color verde de las verduras produce rechazo en los niños?
El problema aparece cuando hemos estado camuflando las verduras, para que no se notara y no viera el color verde, y de repente lo ve un día y no se lo quiere comer. Si normalizamos la ingesta de verduras desde bien pequeñitos y ven su color de forma natural, la aceptación será mejor y más fácil. Para los padres con hijos más mayores y que no pueden dar marcha atrás, es aconsejable intentar presentar poco a poco cada vez más platos de verduras con menos disfraces. Se trata de cocinarlas o guisarlas, pero sin que pierdan identidad. Es importante no mentir diciendo que el plato no lleva verdura, sino nombrar lo que lleva cada plato, porque los niños tienen que conocerlo para aceptarlo.
Marisol Nuevo
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