Las peculiares condiciones climatológicas del País Vasco, abundantes precipitaciones y suaves temperaturas, hacen que esta hortaliza sea algo único, con el aroma, el color y el sabor del tomate de toda la vida.
La variedad Jack es la más abundante en el País Vasco por su productividad y porque es resistente a cualquier golpe, no ablandándose al ser manipulado. Otra característica es su tiempo de maduración. Si se arranca de la mata cuando todavía no está maduro, tarda cuatro o cinco días hasta ponerse rojo, a diferencia de otras variedades que lo hacen antes. La temporada comienza en el mes de junio y se alarga hasta noviembre.
El tomate tiene un aspecto globoso, con surcos y un color verde y rojo, carnoso, con pulpa firme e interior exento de huecos.
Ha sido y es un cultivo tradicional en los caseríos, en huertas de reducidas dimensiones. Hasta hace no muchos años no se consumía crudo y se utilizaba sólo en salsas y para embotar. De esta forma tenían para todo el año, ya que era un producto estacional.

«El tomate en fresco es muy sensible a los cambios bruscos de temperatura y para que madure hay que dejarlo fuera de la nevera y protegido de la luz.»

El tomate, que llegó al País Vasco hace 250 años como un fruto exótico procedente de América se fue aclimatando y, poco a poco, se ha hecho imprescindible en la cocina vasca.
Es un alimento que forma parte de la dieta mediterránea, rico en minerales y vitaminas, indicado para cualquier tipo de dieta para bajar peso, ya que sólo aporta 20 calorías por cada 100 gramos y genera sensación de saciedad. También, es antioxidante, depurativo, previene los problemas cardiacos y contribuye a bajar las tasas de colesterol.
 
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