La fuente principal de la vitamina D es la síntesis endógena que se produce tras la exposición de la piel a la luz solar (radiación ultravioleta B) y que transforma el 7dehidrocolesterol en vitamina D3 y la otra fuente alternativa son los alimentos (vitamina D2). Independientemente de que provenga de la síntesis o de los alimentos, tienen que transformarse en el hígado y los riñones para poder ejercer su papel fisiológico, ya que ambas son metabólicamente inactivas.
La vitamina D es la encargada de asegurar que nuestro organismo tenga unos niveles adecuados de calcio y de fósforo, y lo hace actuando a nivel intestinal (aumentando la absorción) a nivel óseo (movilizando el calcio) y a nivel renal (aumentando su reabsorción). Por lo que tiene una relación directa con la salud ósea y su deficiencia causa raquitismo en los niños y osteoporosis y osteomalacia en los adultos. Pero en los últimos años se ha constatado que también influye en numerosos procesos fisiológicos, especialmente en relación con el sistema inmune. Por lo que enfermedades como la esclerosis múltiple, enfermedad inflamatoria intestina, cáncer, hipertensión arterial y la enfermedad cardiovascular se han relacionado con niveles bajos de la vitamina.

«La vitamina D es una sustancia liposoluble y es un nutriente esencial para nuestro organismo.»

A pesar de que en España tenemos una climatología propicia para la síntesis de la vitamina D y que más del 90% de la vitamina proviene de este proceso, sus niveles entre la población en general, no son del todo satisfactorios, al menos en la opinión de la Sociedad Española de Investigaciones Óseas y Metabolismo Mineral (SEIOMM), que indica que la deficiencia de Vitamina D afecta al 30% de nuestros jóvenes y hasta el 87% de los ancianos ingresados en instituciones geriátricas. Añaden también, que el riesgo de deficiencia aumenta en invierno, época en la que suele afectar a un 40% de la población adulta.
CAUSAS
Las razones que explican la elevada prevalencia de la escasez de esta vitamina en un país tan soleado como el nuestro se atribuyen a varias razones, que están relacionadas con los factores que afectan a la producción cutánea de vitamina D:

  • Estación del año: en verano con mayor insolación se sintetiza más que en invierno.
  • Zona del país: hay diferencias apreciables en cuanto a horas de sol entre nuestras regiones del noroeste y la cornisa cantábrica (sobre 1600 horas de sol anuales) y del sudeste (más de 3000).
  • Hora del día: se sintetiza más en las horas centrales del día.
  • Pigmentación de la piel: a mayor nivel de melanina en la piel, se necesita más tiempo de exposición al sol.
  • La edad: al aumentar la edad, la epidermis y la dermis sufren un afinamiento disminuyendo la reserva de la sustancia precursora de hidrocolesterol.

El uso de cremas con filtro solar: las cremas con factor protección solar (FPS) absorben las radiaciones antes de que éstas penetren en la piel. Así cremas con FPS entre 8 y 10  reducen la capacidad de la piel para producir vitamina D en un 95%; y si el FPS es superior a 15 en más del 98%. Como es lógico no se trata de prescindir de las cremas solares tan importantes para evitar los problemas asociados a una exposición excesiva a los rayos ultravioleta, pero sí de conseguir un equilibrio entre ambas situaciones, por ejemplo teniendo en cuenta el consejo de los especialistas que recomiendan que la crema protectora no se aplique antes de salir a la calle, sino una vez que nuestra piel ha estado expuesta directamente al sol entre 15 y 20 minutos.

«Los niveles más altos de vitamina D se encuentran en los pescados azules (anguila, atún, bonito, salmón, caballa, sardinas), la yema de huevo y el hígado que es poco consumido por la población.»

Otro de los motivos que justificarían los bajos niveles de Vitamina D, es su escaso aporte a través de los alimentos, entre otras razones, porque hay pocos alimentos ricos en esta vitamina y no resulta fácil llegar a conseguir los 15 µg que necesitamos diariamente. Los niveles más altos se encuentran en los pescados azules (anguila, atún, bonito, salmón, caballa, sardinas), la yema de huevo y el hígado que es poco consumido por la población. Aunque los pescados grasos son una fuente aceptable de vitamina D, habría que consumirlos casi todos los días para conseguir la cantidad suficiente. La única fuente dietética que cubre sobradamente las necesidades diarias son los aceites de hígado de pescado –bacalao- (una cucharada contiene casi dos veces la cantidad diaria recomendada).
EPIDEMIA SILENCIOSA
El aumento en el consumo de alimentos enriquecidos con esta y otras vitaminas y minerales como algunas leches, margarina, cereales para el desayuno y algunas bebidas lácteas, están contribuyendo a mejorar la situación.
La deficiencia de vitamina D es una epidemia silenciosa, cuyos síntomas pueden tardar años o incluso décadas en manifestarse, aunque sus efectos sobre la salud en general y para la salud ósea y cardiovascular en particular son cada vez más graves; afortunadamente prevenir esos problemas es fácil, barato y está al alcance de todo el mundo, ya que podemos conseguir grandes resultados con solo pequeñas modificaciones de nuestros hábitos de vida, para hacerlos un poco más saludables.
Julia de la Montaña
Fuente: diario «La Región»
Fotografía: diario «La Región»
http://www.laregion.es/articulo/xornal-escolar/sol-aliado-adecuada-nutricion/20170405165816698899.html