El 16 de Octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación. La elección de la fecha no es casual, ya que coincide con el día de la fundación de la FAO en el año 1945 (Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), organización que trata de mejorar la dieta e incrementar los niveles de nutrición mediante un enfoque centrado en las personas.
Desde el año 1979, se viene celebrando este día con el fin de concienciar a la población sobre el problema alimentario mundial y fortalecer la solidaridad en la lucha contra el hambre, la desnutrición y la pobreza.
Según datos recogidos por la FAO, en el mundo:
-842 millones de personas padecen hambre crónica.
-162 millones de niños menores de cinco años tienen retraso del crecimiento
Por el contrario, en los llamados países desarrollados las enfermedades crónicas están estrechamente ligadas a los hábitos de vida, de tal forma que hasta 3,4 millones de personas mueren anualmente a causa del sobrepeso y la obesidad.
Una buena nutrición es la primera defensa contra las enfermedades y nuestra fuente de energía para vivir y estar activo. Los problemas nutricionales causados por una dieta inadecuada pueden ser de muchos tipos, y cuando afectan a toda una generación de niños pueden reducir su capacidad de aprendizaje, comprometiendo así su futuro y perpetuando un ciclo generacional de pobreza y malnutrición con graves consecuencias para los individuos y las naciones.
El derecho a una alimentación adecuada es universal y una buena nutrición es esencial para todos. Desafortunadamente, problemas de malnutrición –subalimentación, deficiencias de micronutrientes y obesidad– existen en todos los países y afectan a todas las clases socioeconómicas.
Los nuevos desafíos, como el cambio climático, la sostenibilidad ambiental y los rápidos cambios tecnológicos, están transformando el sistema alimentario y plantean interrogantes sobre cómo alimentar a la creciente población mundial de forma sostenible.
Al mismo tiempo, el crecimiento económico desigual, las transformaciones sociales y económicas y otros factores moldean los sistemas alimentarios y las dietas. Como resultado, está aumentando enfermedades como el sobrepeso y la obesidad, mientras persisten la desnutrición y las deficiencias de micronutrientes.
Llevar una alimentación moderada y equilibrada, adecuada a nuestras necesidades reales, contribuirá no solo mejorar nuestra salud, sino también consumir sin excesos y de forma responsable.
 
Laura González
Dietista de Gastronomía Baska
 
 
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