Lo que eliges poner en tu plato no solo afecta a tu bienestar, sino también al mundo que van a heredar los hijos e hijas, por eso hoy queremos hablarte de algo que cada vez se escucha más: la dieta sostenible.

 

Lejos de ser una moda o una idea complicada, este tipo de alimentación es una manera sencilla y realista de cuidarte a ti, a tu familia y al planeta. Y lo mejor: no necesitas gastar más ni ser un experto en nutrición.

 

La Universidad de Harvard define con tres ideas clave qué es una dieta sostenible:

    * Impacto ambiental reducido: se basa en alimentos cuya producción contamina menos y protege los recursos naturales.

    * Seguridad alimentaria: ayuda a que haya comida suficiente para todos, ahora y en el futuro.

    * Promoción de la salud: te ayuda a tener una alimentación equilibrada y a prevenir enfermedades.

 

En resumen: comer bien para sentirte mejor y al mismo tiempo cuidar el planeta. ¿Y cómo se consigue eso? Con pequeños gestos en tu día a día.

 

Más vegetales, menos carne

Frutas, verduras, legumbres y cereales integrales deben estar en el centro de tu alimentación. No hace falta eliminar la carne, pero sí reducir su frecuencia, especialmente la roja. Los alimentos vegetales son más sostenibles y también más saludables.

 

Aprovecha los alimentos

¿Tiras comida en casa? Tranquilo, no eres el único. Pero con un poco de organización puedes evitarlo: planifica tus menús, compra lo que realmente necesitas y da una segunda vida a las sobras (tortillas, cremas, salteados…). Tu bolsillo y el planeta te lo agradecerán.

 

Elige local y de temporada

Frutas y verduras de temporada no solo saben mejor y cuestan menos: también requieren menos transporte y embalaje. Comprar en mercados locales o a productores cercanos es un paso hacia una alimentación más consciente.

 

Menos envases, más natural

Cada vez que eliges productos a granel, llevas tu propia bolsa o compras alimentos con menos plástico, estás reduciendo tu huella ecológica. Y casi sin darte cuenta.

 

¿Por qué es importante?

Porque lo que comes no solo construye tu salud. También influye en el clima, en la biodiversidad, en el uso del agua… Y en el tipo de mundo que futuras generaciones vivirán.

 

¿Sabías que una dieta más vegetal puede reducir el riesgo de enfermedades crónicas hasta en un 30%?¿Y que casi un tercio de los alimentos producidos en el mundo se desperdician?

 

Pequeñas decisiones tienen grandes consecuencias. Por eso, cada vez que eliges un plato más natural, menos procesado, con productos locales y de temporada, estás dando un paso hacia un futuro más sano y justo.

 

En resumen, una dieta sostenible te cuida a ti y a los tuyos, es buena para tu economía y ayuda a preservar el planeta. Recuerda: comer bien también es una forma de amar el mundo que queremos dejar a nuestros hijos e hijas.

 

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