La leche se nos presenta en el mercado de tres formas con respecto a la materia grasa que contiene: entera, desnatada y semidesnatada.

La leche entera

La leche entera es aquella que tiene un 3,5% de porcentaje mínimo de materia grasa. Al conservar la grasa naturalmente presente en la leche, mantiene también las vitaminas liposolubles disueltas en ella, como son la vitamina A y la vitamina D. Tiene un contenido calórico de unas 66 kcal/100 ml, aportando un vaso de leche unas 165 kcal. Al conservar la materia grasa, provoca una mayor sensación de saciedad y mejora la absorción del calcio gracias a la vitamina D que presenta. En cuanto a su aspecto, tiene mayor densidad, color blanco intenso y sabor más fuerte.

Leche desnatada

En cuanto a la leche desnatada, es aquella a la que se le ha eliminado casi en su totalidad la materia grasa, conteniendo máximo un 0,5% de la misma. Al eliminar la parte grasa, perdemos las vitaminas A y D disueltas en ella, viendo desfavorecida la absorción del calcio. Sin embargo, obtenemos un aporte calórico menor, de unas 38 kcal/100 ml, lo que equivale a unas 95 kcal por un vaso de leche. Nos proporcionará una menor sensación de saciedad respecto a la leche entera. A diferencia de la leche entera, tiene menor densidad, y un color y sabor menos intensos.


«La leche desnatada suele recomendarse en dietas hipocalóricas o para personas cuyo objetivo es la pérdida de peso, pero el aporte calórico de un vaso de leche entera con respecto al de un vaso de leche semidesnatada no es significativo con respecto a sus beneficios.»


Fijándonos en sus diferencias y propiedades, lo más recomendable es consumir leche entera, debido a que mantiene las vitaminas naturalmente presentes en el producto y que favorecen la absorción del calcio. La leche desnatada suele recomendarse en dietas hipocalóricas o para personas cuyo objetivo es la pérdida de peso, pero el aporte calórico de un vaso de leche entera con respecto al de un vaso de leche semidesnatada no es significativo con respecto a sus beneficios. Además, diversos estudios demuestran que no existe asociación entre el consumo de leche entera y un aumento de peso y la grasa corporal. En caso de dietas muy estrictas y que se paute el consumo de leche desnatada, siempre se deben escoger las opciones enriquecidas en vitaminas A y D para poder así aprovechar el calcio que nos aporta.

Leche semidesnatada

Otra opción en estos casos sería el consumo de leche semidesnatada, que es leche con un contenido de materia grasa de entre un 1,5 y un 1,8% y que preserva parte de las vitaminas A y D, con un contenido calórico menor al de la leche entera. Igualmente, esta debería consumirse enriquecida.

Claudia Elisa Quesada, Grado Nutrición Humana y Dietética, UCM.

Fuente: Fundación Alimentación Saludable

 

https://www.alimentacionsaludable.es