El tema que hemos elegido para hoy es el de los productos precocinados: enlatados o en bote. Es de interés porque queremos profundizar sobre su contenido habitual, que ingredientes o alimentos suelen aparecer, cuáles son buenas opciones y cuáles a evitar o a reducir al máximo posible. Veremos si existen opciones saludables y en qué debemos fijarnos antes de comprarlos.
La alimentación saludable es un tema que en los últimos años está teniendo mayor importancia, la población se está concienciando cada vez más y el concepto se va arraigando a nivel global. Sin embargo, el estilo de vida actual, el gran número de actividades, horarios de trabajo o estudio, la escasez de tiempo… hacen que poner en práctica la teoría sea todo un desafío. Es ahí donde los productos precocidos pueden ser un gran aliado, pero solo algunos y solo a veces.

«Los productos precocinados pueden ser un gran aliado, pero sólo algunos y sólo a a veces.»

Los alimentos precocidos fueron creados para disminuir el esfuerzo y el tiempo empleado en la preparación de los alimentos. Además, permiten almacenar en casa gran variedad de alimentos sin necesidad de hacer la compra todos los días. Por otro lado, es cierto que muchos de ellos tienen exceso de sal, aditivos y otros ingredientes que, en su forma natural, los alimentos no contienen.
Antes de hablar un poquito de los principales, recordar que siempre fomentaremos el consumo de los alimentos frescos por encima de cualquier precocinado, pero en ocasiones, pueden ser una buena opción en un contexto de dieta sana. Si sustituyen a los alimentos naturales a menudo, no será un contexto saludable.

1. Conservas de pescado

Cuando no es posible consumir pescado fresco, las conservas de pescado son una buena opción. Eso sí, sin que la comodidad gane y sustituya habitualmente al pescado fresco o congelado. Podemos hablar de que un pescado en lata puede contabilizarse como una ración de pescado, pero no siempre.
Es recomendable en caso de decidir tomar conservas de vez en cuando, comprarlas siempre al natural o en aceite de oliva virgen. Si no especifica que es virgen, es que es refinado, así de simple. Es importante porque un aceite refinado, aunque sea de oliva es menos saludable que su versión virgen y habrá perdido propiedades nutricionales.
Habitualmente solemos pensar que el aceite de girasol es saludable, pero el refinado de este tipo de productos no lo es. Si compramos conservas en aceite de girasol refinado habitualmente, estaríamos aportando en exceso ácidos grasos omega 6, y lo que se busca es un equilibrio entre omega 3 y omega 6.

«Los productos locales y frescos son y serán siempre, la mejor opción. No solo por la calidad nutricional o por los beneficios que aportan a la salud sino también por el aspecto ecológico.»

Fijarse que en el etiquetado diga en aceite de oliva virgen y no con aceite de oliva, porque no es lo mismo. El primero indica que el aceite que contiene es solo de oliva, mientras que, en el segundo, el aceite de oliva es un ingrediente secundario. Dentro de las conservas los menos recomendados son los que tienen salsas como salsa de tomate, ya que aparte del aceite de girasol, llevan azúcar y especias sin especificar (en la mayoría de los casos). Además, sueles contener más aditivos que si se encuentran solo al natural o en aceite virgen.

2. Legumbre de bote

El principal inconveniente de comer legumbres es el trabajo que implica cocinarlas. Pues bien, no hay más excusas, tenemos las legumbres cocidas listas para el consumo y de buena calidad nutricional. Pero hay que saber elegir, ya que existen muchas que tienen una composición nada recomendable, mientras que otras son excelentes.
Las legumbres cocidas en bote son una alternativa saludable,  que mantiene los nutrientes de las legumbres y es una manera fácil de integrar este grupo de alimentos a nuestra dieta diaria. Las más recomendables son aquellas que tienen solo líquido de conserva formado por agua y sal. A pesar de ello, se debe escurrir bien el líquido y enjuagar con abundante agua para eliminar el exceso de sal. También si contienen algún aditivo podemos aceptarlas y enjuagarlas bien, aunque preferiblemente optar por: legumbre + agua + sal.
Por otro lado, tenemos las legumbres con otros ingredientes: chorizo, tocino, panceta…que además de ser alimentos no recomendables de por sí, tienen muchos más ingredientes añadidos para conservar esta mezcla de productos y por supuesto, más aditivos, como: almidones modificados, aceites vegetales refinados o incluso azúcar. Todas estas sustancias no tienen que estar presentes en nuestra dieta y menos de forma rutinaria. Escojamos opciones saludables, que las hay.
Finalmente, repetimos  que los productos locales y frescos son y serán siempre, la mejor opción. No solo por la calidad nutricional o por los beneficios que aportan a la salud sino también por el aspecto ecológico. Al consumir alimentos de temporada, favorecemos la diversidad de los cultivos y el mantenimiento de la agricultura tradicional. Al ser frescos, evitamos el envasado en plásticos, latas, cartones… y su procesamiento industrial… Los alimentos precocidos pueden ser una alternativa saludable de vez en cuando, pero siempre leyendo el etiquetado nutricional.
 
Fuente: Fundacion Alimentación Saludable
http://www.alimentacionsaludable.es/noticias/noticia.asp?id=335