Aseguran los expertos en materia de alimentación y modos de vida saludable que, actualmente, hay tres elementos que favorecen que el consumo de alimentos fuera del hogar se haya disparado: vivir en grandes ciudades, jornadas laborales prolongadas y, como consecuencia de las dos primeras, la falta de tiempo. Estos factores dificultan el que hombres y mujeres dispongan de tiempo para poder comer en casa y que, cuando lleguen al hogar tras una jornada de trabajo maratoniana, inviertan tiempo en realizar una compra diaria con la que poder elaborar platos saludables y nutricionalmente adecuados.

Nos estamos alejando de la cocina de puchero, cocinada a fuego lento con ingredientes sanos. De aquella gastronomía a la que cantaba Vainica Doble (“Papas con arroz, bonito con tomate, cochifrito, caldereta, migas con chocolate, cebolleta en vinagreta, morteruelo, lacón con grelos, bacalao al pilpil… y un poquito perejil”), poco queda ya en las cocinas españolas.

«Buscamos alternativas que satisfagan momentáneamente las necesidades de nuestro organismo, por comodidad.»


Una alimentación incorrecta asociada, en ocasiones, también a una cierta pereza de los propios consumidores que está impactando directamente sobre nuestro rendimiento físico y mental, como se recoge en el documental ‘Kómoda: la vida sin fuelle’. El doctor Ramón de Cangas, dietista-nutricionista y doctor en Biología Molecular y Funcional, destaca que la “comodidad” es uno de los factores que están determinando este cambio de hábitos que incide directamente en nuestro metabolismo energético. “Nos estamos alejando cada vez más de nuestra alimentación tradicional. Consumimos menos verduras y hortalizas, cereales de grano entero o frutos secos y buscamos otras alternativas que puedan satisfacer momentáneamente las necesidades de nuestro organismo, en muchos casos por comodidad”, explica.
El Informe del Consumo de Alimentación en España 2017, elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, muestra que el gasto realizado en España en alimentos y bebidas durante el año 2017 fuera de los hogares ascendió a 35.094,2 millones de euros. En términos volumétricos supone 3.896,6 millones de kilos-litros, que se distribuyen entre 11.295,6 millones de consumiciones. Cada individuo consume una media aproximada de 114,6 kilos-litros fuera del hogar. Con un gasto de 1.045,9€ a lo largo de todo el ejercicio 2017. Los alimentos representan la mayoría de la facturación fuera del hogar, representando el 68,2% del valor generado por el consumo extradoméstico, seguido de las bebidas frías, con una cuota de valor de 24,5%, y en tercer lugar, la bebidas calientes, que representarían el 7,3% restante.
Con relación al consumo total de alimentos, el documento señala que cada individuo consumió en torno a 46,6 kilos-litros. Esto supuso un gasto por persona de 713,9€ a lo largo del ejercicio 2017. En términos de impacto económico, es decir en términos de valor, representa una proporción del 29,7%, mientras que el 70,3% restante, es la parte que asume el valor del consumo de alimentos dentro de los hogares españoles. Hortalizas y verduras, pan, carnes, mariscos, aperitivos y bollería son los alimentos preferidos en el consumo fuera del hogar. Mientras, frutas y aceite tienen una mayor peso en el consumo dentro del hogar.

Los mayores, los que más comen fuera de casa

Por grupos de edad, los adultos entre 50 y 75 años son la población que más alimentos consumieron fuera del hogar, representan el 54,2% de las consumiciones totales sobre un peso poblacional del 39,3%. En segundo lugar, en porcentaje de consumiciones, se posicionan los adultos de 35-49 años; el 29,2% de las ingestas de alimentos totales fuera del hogar, aunque no compensan el consumo fuera del hogar con su proporción de peso poblacional (32,2%).
Al consumo de alimentos fuera del hogar, se une el incremento de la oferta de comida preparada, los kits de ingredientes ya medidos y la personalización de productos y servicios. Según datos de Kantar Wordpanel, los españoles ya solo gastan un 49% de su presupuesto de alimentos y bebidas en los hipermercados y supermercados y el 19,4% en otros establecimientos como tiendas tradicionales, vending o gasolineras, destinando ya un 29% a la hostelería y, lo que es aún más significativo, un 2,6% a los servicios de comida preparada a domicilio (delivery) y lista para llevar (take away), que ya suponen 67 millones y 105 millones de actos de compra anuales, respectivamente.

«Si nos decantamos por platos ultraprocesados de forma frecuente, ponemos en juego nuestra salud.»


Una tendencia a comprar comida lista para consumir que ha sido impulsada por la utilización de las nuevas tecnologías, principalmente el smartphone y las apps. De hecho, si la modificación de los hábitos de consumo habitualmente se ha interpretado como la satisfacción de las necesidades de una sociedad con menos tiempo para pasarlo entre cacerolas, sartenes y ollas, actualmente también son cada vez más numerosas las voces críticas de los expertos que vinculan esta transformación con una cierta pereza y negligencia de los ciudadanos, que han puesto otras prioridades y valores por delante del propio cuidado del cuerpo y la mente, materializada en la selección y elaboración de los platos que vamos a ingerir.
De Cangas manifiesta que el consumo de este tipo de platos resulta pernicioso para la salud, ya que “puede incrementar el consumo de productos ricos en grasas saturadas, grasas trans, azúcares libres, sodio, etc., lo cual se relaciona con más riesgo de sobrepeso, obesidad, enfermedad cardiovascular y metabólica e incluso con algunos tipos de cáncer”. Y resalta que “si nos decantamos por platos preparados frescos (ensaladas del día, etc…), no tendremos problemas y sí beneficios, pero si nos decantamos por ultraprocesados (platos industriales, etc…), entonces sí ponemos en juego nuestra salud si se convierten en algo frecuente”.

Volver a la ‘real food’

La ingesta de este tipo de alimentos no solo tiene efectos en nuestra salud física, sino también mental. Este doctor en Biología Molecular asegura que “la obesidad y el síndrome metabólico -situaciones a las que nos acerca una dieta inadecuada- no solo tienen efectos en la salud física y en el rendimiento físico, sino también en el rendimiento intelectual, pudiendo incrementar el riesgo de deterioro cognitivo y alteraciones mentales”. Para alejarnos de los efectos perniciosos que este tipo de alimentación tiene en nuestro organismo, De Cangas apuesta por volver a la comida producida de manera tradicional, entendida como ‘real food’. “Es decir, alimentos reales y de verdad, alimentos frescos, de temporada, etc. Más frutas, verduras-hortalizas, frutos secos, legumbres, cereales de grano entero, menos de origen animal -lo cual no quiere decir prohibidos-, y cocinados con técnicas culinarias sencillas, evitando las salsas industriales, etc.”. Más mercado y menos supermercado, con las recetas de toda la vida de la cocina mediterránea”, concluye este doctor.

«Una alimentación incorrecta frecuente impacta directamente sobre el rendimiento físico y mental. Los expertos avisan de que se impone regresar a la comida de siempre.»

 
José Miguel Mulet, doctor en Bioquímica y Biología Molecular y profesor de Biotecnología de la Universidad Politécnica de Valencia, menciona que comer fuera de casa no debería implicar el descuido de nuestra alimentación. No obstante, “debemos organizarnos, ya que si planificamos nuestras comidas con antelación y las elaboramos con técnicas que no demanden mucho tiempo, podremos conseguir una alimentación con todos los nutrientes necesarios y, de esta manera, estaremos contribuyendo a ganar la batalla al cansancio”.
Sobre cómo afecta al rendimiento físico y mental de los niños y jóvenes el consumo diario de dietas con gran número de platos precocinados o kits de ingredientes, Mulet es tajante, pues considera que es “básicamente uno de los responsables de la epidemia de obesidad infantil que estamos sufriendo. La obesidad en la infancia tiene diferentes consecuencias, tanto a nivel físico como de autoestima o de problemas de relaciones”. Asimismo, José Miguel Mulet opina que “es imprescindible aumentar el consumo en fruta y verdura. Que sea tradicional o no me parece secundario. Un menú a base de fabada, paella y callos todos los días puede ser muy tradicional, pero no equilibrado”. Finalmente, este profesor de Biotecnología recuerda a los consumidores que “es mucho más sano una ensalada que una pizza precocinada. Esto lo sabemos todos. El problema es que no lo hacemos. Implementar leyes limitando azúcares o platos preparados es inútil si no hay una buena educación nutricional. Lo que hay que hacer es educar desde el colegio”, concluye.
Ana Camarero
Fuente: Alimente. «El Confidencial»
Fotografía: iStock
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