Doctora Alberro, ¿cuál es la relación entre la alimentación y el estado de ánimo?
Siempre hay un vínculo entre las emociones y la alimentación. Cada persona tiene una manera de vincularse con la comida, algunos comen cuan­do están tristes o muy contentos, o bien pierden el apetito ante ciertas emociones. Hay personas que sienten un vacío y quieren llenarlo con co­mida cuando lo que están necesitando es afec­to. A su vez, el alimento es la fuente de energía para el cuerpo. Si uno no tiene esta energía o la posee de manera defectuosa eso repercute inde­fectiblemente en el organismo y en el estado de ánimo. El cuerpo y la mente son uno, y lo que llevamos a nuestra boca alimenta a ambos.
¿Cómo afectan los hábitos alimentarios la calidad de esa energía?
Uno tiene que comer de manera adecuada para que el organismo funcione correctamente. No es lo mismo consumir alimentos que nos dan energía pero que a su vez nos aportan gra­sas saludables, que comer aquellos que cuesta digerir al punto que no podemos aprovechar bien su energía. Uno tiene que comer inteligen­temente, para poder aprovechar los alimentos en función de las tareas y actividades diarias.
¿Por qué se dice que las dietas para adelgazar ponen de malhumor?
Las dietas muy restrictivas, bajas en calorías, ponen muy mal, porque cuando se hace una reducción brusca de la cantidad de calorías la persona se pone nerviosa, agresiva, ansiosa. Por un lado, se debe a la carencia de nutrien­tes que estas dietas provocan, pero lo primero que desencadenan es insatisfacción, una falta de algo que se venía consumiendo y se supri­me abruptamente, ese traspaso se vive como pérdida de la posibilidad de comer lo que uno estaba acostumbrado y genera mucho malestar psicológico.
¿Además de las hipocalóricas, que otras dietas pueden afectar el estado de ánimo?
Habitualmente comemos monótono. Si, además, restringimos o eliminamos un grupo de alimentos, las carencias nutricionales serán aún más frecuentes de lo que ya son en nuestra alimentación. Y cualquier cosa que le ocurra al cuerpo repercute en el estado de ánimo. En las dietas muy carnívoras, donde el consumo de frutas y verduras es escaso o nulo, se produce un déficit de minerales y vitaminas que son antioxidantes y también cofactores de los neurotransmisores, es decir, se necesitan para li­berar los neurotransmisores cerebrales que dan bienestar. Si la dieta no tiene las vitaminas y suficientes sustancias para producir las defensas inmunológicas, la persona comienza a enfermar seguido, no puede trabajar, está desganada, preocupada, todo es un circuito.
¿Qué ocurre con las dietas vegetarianas?
A mis pacientes vegetarianos y veganos les aclaro que partimos de una dieta carente. Ellos requie­ren una combinación cuidadosa de los alimen­tos para compensar la falta de algunas fuentes alimentarias. Las carencias más frecuentes son las de vitamina B12, D, el calcio y el hierro, y también de triptofano que es esencial para que el cerebro segregue serotonina. La serotonina es un neurotransmisor con propiedades que ayudan a estabilizar el estado de ánimo, es precursora de una hormona llamada melatonina que regula el ciclo de sueño y vigilia. Si hay déficit de hierro y vitamina B12 habrá tendencia a la anemia que produce agotamiento físico y mental, resquebra­jamiento de uñas, caída de cabello, palidez, des­gano. Todo esto paradójicamente lleva a comer mal y todo el tiempo de los mismos alimentos sin lograr restablecer el déficit. Por eso es muy importante la supervisión del nutricionista.
¿Qué hay que hacer si nos da un “bajón de azúcar”?
Lo primero es tomarse la presión arterial porque muchas veces el decaimiento no se debe a una baja de glucosa en sangre sino a una hipoten­sión, muy frecuente en mujeres jóvenes y duran­te el verano. A veces son ambas cosas, hipoten­sión e hipoglucemia. Para evitar estos episodios es importante hacer varias comidas al día, no tener ayunos de varias horas.
Si se detecta baja de presión (menos de 100/70 aproximadamente), para no recurrir a las típicas papas fritas, se puede comer un tomate con sal, aporta sodio y potasio y así se logra rápidamen­te reestablecer el equilibrio. Si la presión está normal, pero me siento flojo o mareado y hace algunas horas que no como nada es probable que haya bajado la glucosa. Se puede comer una fruta, o para levantar más rápido yo aconsejo comer un hidrato de carbono com­plejo como lo es una rebanada de pan integral con un vaso de jugo de naranja (hidrato de car­bono simple). Es una combinación ideal para levantar y estabilizar rápidamente los valores en sangre sin necesidad de comer mucho ni recurrir a harinas refinadas y dulces.
Finalmente, doctora, ¿qué consejos nos daría para tener una buena alimentación?
Lo importante es tener una alimentación equili­brada que incluya todos los alimentos llamados protectores (lácteos, carnes, huevos, verduras, frutas, legumbres y aceites vegetales) y reducir los alimentos no protectores (azúcares, dulces, gaseosas y grasas animales). Lamentablemen­te, es muy lejano a lo que las personas hacen no solo porque no comemos bien, también porque aún se indican dietas muy hipocalóri­cas, ayunos o monodietas. Hay que aprender a organizarse con las comidas, saber combinar los alimentos y saber cocinarlos, no recalentar, variar, para cubrir los requerimientos nutricionales.
 
Fuente: Revistabuenasalud.com
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