Antonio Villarino, presidente de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación, no encuentra motivos para determinar la preferencia por uno u otro sabor desde el punto de vista de la nutrición, “tiene que ver más con la psicología”.
“Ambos son calóricos, pero los dulces en menos cantidad de alimento hay más cantidad de energía”, añade. Quizá por eso, algunas personas se decanten más por un sabor dulce cuando quiere obtener de forma rápida energía.
Por lo tanto, nos queda buscar en la neurología y la psicología, que se dan la mano en el mundo de los sabores para definir los factores que definen que nos sintamos más atraídos por el sabor dulce o el salado.

“Tanto los alimentos dulces como salados son calóricos, pero los dulces en menos cantidad hay más cantidad de energía”

La visión de la neurología

“La alimentación y preferencias de un sabor y otro tienen base fisiológica y base psicológica, depende de nuestras experiencias”, determina el doctor Carlos Tejero, vocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
La base fisiológica, define este neurólogo, es “difícil de entender”, pero existe. El experto explica que se han realizado experimentos con animales modificados genéticamente que no perciben los sabores dulces. Sin embargo, si tienen hambre van a las aguas azucaradas, tienen la necesidad de dulce.
“Hay que hacer caso al cuerpo. Si una persona es diabética, su cuerpo le manda una información clara, que es fisiológica. Fuera de necesidades como esa, predominan más los condicionantes psicológicos”, explica el doctor Tejero sobre la base fisiológica de la preferencia por uno u otro sabor.

Psicología y experiencias de recompensa con los sabores

Es inevitable asociar el dulce a momentos de fiesta, familia, amigos, reuniones y celebración. Toda esta información se guarda en el cerebro bajo la etiqueta afectiva favorable.
En estos casos, el dulce de una tarta de cumpleaños proporciona gran satisfacción. “Los centros de recompensa se activan por la situación que rodea al dulce”, indica el doctor Tejero.
“Asumimos el dulce con recompensa, y hace que abusemos del dulce no porque tengamos hambre, sino porque estamos buscando activar esa recompensa que en nuestro cerebro nos da sensación de bienestar, en la corteza orbitofrontal”, añade el especialista
En cambio, si no se han vivido estos momentos de celebración o el individuo tiene una mala experiencia con el dulce, los centros de recompensa no se activan y por tanto la tendencia será hacia el sabor salado.

“Asumimos el dulce con recompensa, y hace que abusemos del dulce no porque tengamos hambre, sino porque estamos buscando activar esa recompensa que en nuestro cerebro nos da sensación de bienestar.»

Hablar de experiencia es hablar de psicología. Una de las líneas de investigación de este tema se centra en el estudio de la personalidad asociada a la preferencia de los sabores.
José Díaz, psicólogo clínico, resume algunas de estas teorías procedentes de autores y universidades americanas:

  • Dulce: Está asociado a personas satisfechas, seguras de sí mismas y alegres. Tienen energía que contagian a los demás, son impredecibles y causa admiración. “Muchas veces preferimos alimentos según estado de ánimo: si estás triste o depresivo tomas dulce”. También son personas hedonistas, solidarias y compasivas.
  • Salado: Personas que se dejan llevar por lo que dice la mayoría. Además, cifran más las situaciones de la vida y la suerte en factores externos que internos.
  • Ácido: “Personas con pensamientos dispersos”.
  • Picante: Para personas que tienden a la novedad, les gustan las emociones fuertes. Son alegres pero pueden desarrollar ira, irritabilidad e impaciencia.
  • Amargo: Individuos insatisfechos con deseos de cambio.
  • Cítrico: Alegría y espontaneidad, personas que tienden a tener metas a corto plazo.

Maternidad y primeros años de vida

Carlos Tejero y José Díaz apuntan dos curiosos aspectos de este tema relacionados con embarazo, maternidad e infancia y por qué los primeros años de vida el niño reacciona mejor ante los sabores dulces que  los salados, cítricos o amargos.
El vocal de la SEN describe que “la leche de nuestras madres puede condicionar nuestras preferencias”. Aunque todas las leches maternas tienden al dulce, algunas puede serlo más que otras.
Dependiendo de esto, el bebé seguirá buscando ese sabor en los primeros alimentos que sean introducidos en su dieta, en otras palabras, “buscamos el sabor dulce porque se parece a la leche materna”.
Por otra parte, José Díaz apunta que “está demostrado que el líquido amniótico lleva el sabor de la comida de la madre al feto, muchas veces las madres disfrutan comiendo algo cuando están embarazadas que luego a sus hijos les gusta también”.
 
María Milán
Fuente: EFE Salud
http://www.efesalud.com/noticias/eres-de-dulce-o-salado/