Hace unos años se puso en entredicho el consumo de pescado azul, a causa de su alto contenido graso. Hoy se sabe con certeza que es rico en salud, en ácidos grasos omega 3 que protegen contra las enfermedades cardiovasculares. No es el único ejemplo de cambio de perspectiva. Cuando se cuestionan las verdades en nutrición, también se recuerda la época en que se proclamó la guerra contra el aceite de oliva, o el tiempo en que los huevos tuvieron que hacer frente a la mala fama que le adjudicaba altos índices de colesterol malo. En estos casos, la ciencia zanjó las discusiones. En otros, todavía hay polémica. A continuación se reseñan tres cuestiones sobre alimentación que aún son objeto de controversia: la leche, las frutas y verduras y el agua.

Pescado azul, aceite de oliva y huevos son tres alimentos que, en su día, suscitaron mucha polémica. En estos casos, los estudios exhaustivos de las más prestigiosas universidades y centros de investigación de todo el mundo coincidieron en demostrar que su mala fama era eso, más un mito que una realidad. La ciencia contradijo los efectos negativos que se adjudicaban a estos alimentos. Sin embargo, existen otros sobre los que todavía se discute, y mucho. Los siguientes son tres de ellos.

La leche como alimento de consumo diario

La importancia de la leche en la dieta radica en su capacidad para ser fuente de calcio, de la que nadie duda, aunque se apunta que la cantidad pueda estar sobreestimada. No obstante, hoy en día existe una fuerte discusión entre quienes apuestan por sacarla de la dieta adulta en su totalidad, y entre quienes defenestran cualquier duda sobre la bondad de la leche. Sea como sea, el debate está vigente (y es encendido), por lo que hay razones y conclusiones para todos los gustos. El argumento contrario afirma que el ser humano es el único mamífero que toma leche al dejar atrás su desarrollo. Pero se contrarresta con una afirmación muy simple: también es el único que cocina.
Aun así, el debate es mucho más profundo, complejo y riguroso, por lo que aventurarse a apoyar una sola postura carece de sentido. El objetivo es conocer desde la ciencia la relación entre el consumo diario de la leche y su efecto en la salud, positivo o negativo. Los datos señalan que se han incrementado los casos de intolerancia a la lactosa, de alergias a la caseína y de histaminosis alimentaria no alérgica a la leche (o, al menos, ha aumentado el diagnóstico de los casos). De ahí la importancia de llegar hasta el final para resolver las incertidumbres, antes de tener que hacer frente a las citadas patologías o a la deficiencia de calcio en el organismo.
La Escuela de Salud Pública de Harvard, en su afán de marcar pautas con base científica, recuerda que la leche y los lácteos en general no son la única fuente de calcio. En su divulgación ofrece el recurso de obtener calcio de otras fuentes con otros alimentos. Están las verduras de hoja verde, como el brócoli (que también es rico en vitamina K, nutriente esencial para la salud ósea), los frutos secos (almendras, avellanas, sésamo y productos derivados como el tahini) y pescados de los que se come la espina (sardinas en lata), entre otros. También se pueden confeccionar platos vegetarianos ricos en calcio.

Cinco raciones de fruta y verdura al día

Cinco verduras y frutas a diario, todos los días, es un objetivo ambicioso que parece inalcanzable (si bien es un mínimo, no un máximo). Pero la literalidad de esta afirmación ayuda a visualizar un tipo de menú, una confección de una dieta, en la que la presencia de frutas y de verduras debe imponerse. El número 5 sirvió como eslogan y como promoción, pero la Organización Mundial de la Salud (OMS), consciente de que la cantidad no se cumple en muchas familias, ha marcado un mínimo de 400 gramos de frutas y hortalizas frescas diarias. Estas campañas también valen para llamar la atención de que el consumo de vegetales está muy lejos de ambas propuestas.
La discusión está en la cantidad y en las fórmulas necesarias para promocionar el hábito diario, puesto que nadie duda de los beneficios de las frutas y las verduras. Aquí las corrientes pugnan por convencer y enseñar, y no se anulan unas propuestas a otras, sino que se potencian entre ellas. Las hay que ofrecen ayuda para hacerles tiempo y espacio en la dieta, las que otorgan atractivo a estos alimentos básicos y destacan su colorido, además de las líneas que insisten en limitar el consumo a los productos de temporada. También se destaca la necesidad de mostrar la importancia de comer la fruta y no beberla (aunque si se opta por zumo, mejor que sea natural) y se enseña a innovar con las verduras.
En definitiva, en este momento nadie duda sobre los beneficios de una dieta rica en fruta y verdura, pero se está cuestionando el número que se recomienda. Tal y como queda reflejado en «Los 12 pasos para una alimentación más sana» de la OMS, la cifra más popular de ahora en adelante será la de 400 gramos de frutas y verduras, en consonancia con el documento Salud 21 de la Región de Europa. El reto está en comunicar y definir, visualizar y aprender a incluir 400 gramos de verduras y de frutas frescas a lo largo del día.

¿Cuánta agua hay que beber al día?

La creencia de que es necesario beber dos litros de agua al día no tiene fundamento científico. Así de contundente se mostró el experto Spero Tsindos de la Trobe University (Melbourne, Australia) y sus palabras fueron aplaudidas por científicos de todo el mundo. También la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (AESAN) indicó que, si bien el consumo de agua de un adulto debía rondar los tres litros al día, la mitad debería provenir de los alimentos ingeridos, en especial de frutas y verduras. Sin embargo, todavía perduran las voces científicas competentes que apuestan por la necesidad de alcanzar la ingesta de, al menos, dos litros bebidos de agua. Aquí surge de nuevo la polémica.
De lo que nadie duda es de la necesidad de conseguir una buena hidratación diaria, de la vulnerabilidad especial de los niños y de los adultos mayores. Pero se está dejando en suspenso la bondad del hábito, tan extendido y tan imitado, de tener siempre una botella a mano para lograr un determinado número de litros.
Para adaptarse a las necesidades reales y alejarse de una moda, se ha comenzado a enseñar a calcular el índice individual de hidratación, que no es más que tomar consciencia de la importancia de no correr el riesgo de deshidratarse. En definitiva, el agua es imprescindible en la dieta. Es lo que mejor calma la sed, y si se tienen dudas sobre qué bebida elegir, es suficiente analizar las características de sus sustitutos, como los refrescos con gas, para inclinarse por la sencillez del H2O. Sin embargo, la máxima de alcanzar dos litros todavía no tiene suficiente fundamento científico. Habrá que esperar un poco más para saber la cantidad exacta.
 
Foto: arief hasan
Fuente: Revista Eroski Consumer
http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/aprender_a_comer_bien/alimentos_a_debate/2014/07/16/220297.php