Con la entrada en vigor el pasado diciembre del reglamento aprobado por la Unión Europea en 2011 que regula las etiquetas alimentarias, la información ofrecida a los consumidores es mayor y están, por tanto, más protegidos. Las nuevas etiquetas contienen los ingredientes y composición de los productos, el origen de los alimentos, los nutrientes y los alérgenos.
Es obligatorio en las etiquetas advertir si contienen alguno de los 14 principales alérgenos o cualquier ingrediente fabricado con los mismos. Asimismo los restaurantes, comedores y empresas de suministros de comida tendrán que informar a sus clientes de los alérgenos que aparecen en sus menús.
En las etiquetas de los productos deben distinguirse tipográficamente los alérgenos, en negrita o con diferente color. Si no apareciera una lista de ingredientes debe incluirse la mención «contiene» seguido de la sustancia o producto.
La Unión Europea ha catalogado 14 tipos de alimentos que representan las causas más habituales de hipersensibilidad a los alimentos y deben constar obligatoriamente en la etiqueta.
Los alimentos más alergénicos en Europa son la leche de vaca, el huevo y el pescado entre los niños y las frutas como el melocotón, la manzana, el melón y el kiwi afecta más a los adultos. Se calcula que un 2% de la población adulta y un 7% de la población infantil sufre de alergias alimentarias y las etiquetas son sin duda el principal medio de comunicación entre los productores y los consumidores.
Los alérgenos alimentarios pueden provocar reacciones adversas atribuibles a su ingesta, el contacto o su inhalación por lo que hay que estar bien informado. Las alergias se producen precisamente cuando el sistema inmunológico no funciona correctamente y percibe una sustancia, normalmente inofensiva, como una amenaza y la ataca con las defensas.
Las alergias alimentarias cada vez afectan más a la población, diagnosticándose cada vez un mayor número de casos, sobre todo en niños. Según datos recientes las cifras de afectados se ha duplicado en los últimos diez años y es motivo de preocupación, tanto entre los consumidores como entre los alergólogos porque cada vez hay más alimentos implicados.
 
 
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