Los platos de cuchara son saludables, contienen un aporte bajo en calorías y su principal ingrediente es el agua, con lo que ayudan a mantener una correcta hidratación. De cuchara y ante el invierno, los nutricionistas aconsejan las legumbres, las frutas y las verduras de temporada.
Cremas, potajes, guisos o sopas son algunas de las opciones más apetecibles para los gélidos días invernales. Las sopas están compuestas principalmente por agua y por ello son una fuente hídrica inigualable.
Con la llegada del frío, la clave no está en modificar demasiado el tipo de alimentación, sino la forma en la que se cocinan los alimentos. Los expertos hacen hincapié en que se cuide la calidad y contenido nutricional de los ingredientes utilizados, evitando los que son más grasos.
Natalia Galán, nutricionista del Servicio de Promoción de la Salud de Sanitas, afirma que “nuestro organismo es muy inteligente y sabe adaptarse a diversas condiciones climatológicas, gracias fundamentalmente a la capa de grasa que lo recubre y que actúa como aislante”. La diferencia calórica que nuestro organismo gasta de una estación a otra es mínima, «por lo que no es necesario un aporte extra, ya que además nuestra alimentación habitual ya sobrepasa ligeramente las calorías que necesitamos”, añade.

También las frutas

Para aprovechar las frutas y verduras que el invierno trae consigo, se pueden consumir licuados con moderación, siempre y cuando, éstos no sustituyan todas o alguna de las comidas principales. Estos pueden ser beneficiosos para el organismo por su riqueza en vitaminas, minerales, antioxidantes y fibra. “Al consumir tanto la verdura como la fruta cruda, sus propiedades nutricionales se mantienen y ayudan a prevenir los catarros típicos de estas fechas”.
Para la estación invernal, Galán propone un batido a base de espinacas, apio, kiwi, limón y naranja. “Podemos incluirlo en la media mañana, merienda, en el desayuno o incluso como primer plato en comida o cena”, concluye.

Consejos para la alimentación día a día

Desayuno: que no falte el aporte vitamínico de los cítricos, un lácteo y cereales. Comida: legumbres con cereal y verdura. Por ejemplo, lentejas estofadas con verduras y arroz. Almuerzo o merienda: algún lácteo, fruta o fiambre magro. Cena: optar por platos ligeros, como una sopa juliana y un pescado a la plancha.
Fuente: 20 minutos

Foto: Harper’s Bazaar
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