Patatas de Álava
La patata es el segundo alimento en importancia y cantidad de consumo tras los cereales. La historia de su desarrollo en Europa está ligada al hambre. Traída de América por los españoles a mediados del siglo XVI, tuvo dificultades para arraigar en el Viejo Continente e incluso se empleó como alimento para animales, hasta el siglo XVIII. Ya en el siglo XIX, fue desplazando a las legumbres en la dieta de muchos países, hasta alcanzar la primacía que hoy ostenta en muchos hogares.
Hace dos siglos, había cuarenta variedades; a mediados del siglo XIX, un millar, y ahora están catalogadas más de 3.000, aunque por razones comerciales sólo se dedica al consumo un centenar.
La patata reúne todas las condiciones del alimento ideal. A su riqueza alimenticia ­potasio, vitaminas B6 y C y, sobre todo, ácido fólico, un 21% de almidón y apenas grasa­, une su bajo coste y sus grandes posibilidades a la hora de cocinar. Su recetario es extensísimo.
La llanada alavesa es un terreno óptimo para la plantación de la patata y es ese uno de los motivos por los que sale una patata de tan alta calidad. Se cultiva a través de unas patatas pequeñas, de unos 3 cm, denominadas como semilla. En Álava, se plantan dos variedades diferentes de patata: la monalisa y la kenedet.
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