La hidratación es esencial tanto para mantener la salud como para prevenir la aparición de determinadas enfermedades.

El agua es una sustancia con unas características excepcionales y sus funciones en el organismo son muchas, explica Laura González.

“Mantiene el cuerpo a la temperatura adecuada, aporta nutrientes a las células –es el principal componente de la sangre, compuesta por agua en un 93 %- , ayuda a eliminar sustancias de deshecho mediante el sudor o la orina, lubrica las articulaciones… el agua es, en definitiva, esencial para la vida humana”

De hecho, expone la nutricionista, se la considera un nutriente no energético, es decir, no aporta calorías a nuestro organismo, aunque sí vitaminas y sales minerales.

“Sabemos que sin comer se puede vivir casi dos meses, gracias a una serie de mecanismos de adaptación muy inteligentes que se ponen en marcha en periodos de ayuno prolongado. Sin embargo, sin beber, no podríamos vivir ni una semana”, comenta.

¿Qué cantidad diaria de agua necesitamos para una buena hidratación?

Diariamente perdemos alrededor de 2,5 litros de agua a través del sudor, la respiración, las heces y la orina.

Estas pérdidas pueden deshidratarnos si no se compensan mediante una adecuada ingesta de líquidos y se pueden producir alteraciones que van desde una pequeña modificación en la termorregulación, hasta poner en peligro la vida.

«En la leche el contenido de agua es de entorno al 88 %; los pescados, aunque no lo parezca, aportan entre un 70 y un 80 %; en el caso del huevo es un 75 %; y el contenido en las carnes es de alrededor de un 65 o 70 % de su peso.»

“La ingesta adecuada de agua, en condiciones normales de temperatura y humedad, es de aproximadamente 2 o 2,5 litros para mujeres y hombres, respectivamente. Si consideramos que este agua debe proceder de alimentos y bebidas, se acepta que un adulto debería beber entre 750 ml y 1,5 litros de agua al día“, apunta la nutricionista.

El resto, procede de los alimentos –variando entre 0,5 y 1,1 litros, según el patrón alimentario-, siendo más abundante en dietas ricas en frutas y hortalizas, sopas, o cremas.

Como curiosidad, comenta que incluso alimentos como el arroz y la pasta en crudo contienen una proporción de agua de aproximadamente el 10 % y, tras la cocción con agua, triplican su peso.“Las frutas y las verduras son los alimentos que más agua contienen, aproximadamente entre un 91 y un 95 %. En la leche, por ejemplo, el contenido es de entorno al 88 %; los pescados, aunque no lo parezca, aportan entre un 70 y un 80 % de agua; en el caso del huevo es un 75 %; y el contenido en las carnes es de alrededor de un 65 o 70 % de su peso”, expone.

Cuándo debemos beber agua

Las necesidades individuales de agua dependen de numerosos factores, como la actividad física diaria, la temperatura, la humedad del ambiente o tipo de dieta que llevamos.

«Los lactantes, niños y personas de edad avanzada se consideran colectivos vulnerables y hay que tener más precauciones para una correcta hidratación.»

La recomendación general es beber agua en todas las comidas y entre horas, cuando se tenga sed. Sin embargo, los lactantes, niños y personas de edad avanzada se consideran colectivos vulnerables y hay que tener más precauciones para una correcta hidratación.

¿Por qué? Así lo explica la experta: “El mecanismo de la sed puede cubrir con eficacia las necesidades de agua en adultos sanos; sin embargo, en niños pequeños y en personas mayores este mecanismo no basta, de ahí que se les deba ofrecer agua con regularidad, especialmente en días calurosos y húmedos”, advierte .

¿Necesitamos beber más agua en verano que en invierno?

Con el aumento de la temperatura ambiental, aumenta la necesidad de líquidos, ya que en ambientes calurosos o con alta humedad nuestro organismo pierde más agua.

No debemos olvidar que cuando se realiza actividad física en ambientes muy fríos, la deshidratación es mayor, ya que el cuerpo está constantemente manteniendo la temperatura corporal y esto aumenta la pérdida de agua. Además, como hace frío la sensación de sed es menor y la reposición de agua también.

Por último, la nutricionista señala que, aunque hay mitos como que el agua engorda, beberla, antes o durante las comidas, ni engorda ni adelgaza. “Además es importante saber que una ingesta correcta mejora el tránsito intestinal y previene el estreñimiento”, añade.

Laura González

 

Fuente: EFE Salud

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