La dieta mediterránea está considerada como una de las más beneficiosas para la salud y se ajusta a las recomendaciones de los especialistas en nutrición. Cuenta con una destacada presencia de pan, cereales, arroz, pasta y tubérculos.
En general, la alimentación actual se aproxima mucho a esta dieta, pero para que sea equilibrada le falta pan. Así, la Organización Mundial de la Salud recomienda un consumo de hasta 250 gramos por día.
España es el país europeo donde menos pan se consume al año. Frente a nuestros 58 Kg., por habitante, nuestros vecinos, que comparten con nosotros la dieta mediterránea, nos llevan una gran ventaja con 75 Kg., por persona en Italia y 70 kg. en Francia. Entre todos, nuestro país es el que más lejos está de los 90 kg., de pan al año recomendados por la OMS.
Llama la atención que, en España, el consumo de este alimento básico haya decrecido de forma considerable en los últimos años.
Es de sobras conocido que el pan tiene un alto valor nutritivo y es muy fácil de digerir. Para tomarlo de manera adecuada, se recomienda comerlo en pequeñas cantidades y repartirlo durante todo el día. Como acompañamiento de otros alimentos o en bocadillo, hace que la comida sea más equilibrada. Además, al tomar el pan junto con otros alimentos, se reduce su velocidad de absorción y con ello la tendencia a la obesidad y a la diabetes de tipo 2.
Un estudio del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación del año 1999 pone de manifiesto que la mayoría de consumidores optan por la barra o pistola. Sólo en una de cada diez compras se opta por la baguette, mientras que el pan de chapata, uno de los que está experimentando un mayor ritmo de crecimiento, acapara el 6,5% de las ventas.
Uno de los hábitos que sigue inalterable para el 80% de la población es la tradición de ir a comprar pan cada día. Los consumidores de entre 18 y 44 años son los que más pan toman en las comidas. Por el contrario, los mayores de 65 años lo prefieren para desayunar.
La composición del pan, a base de hidratos de carbono, proteínas y otros elementos, lo convierten en un alimento clave para nutrir a una persona. Al ser digeridos y metabolizados por el organismo, los hidratos de carbono nos proporcionan la energía necesaria para la transformación de los alimentos que comemos y el resto de funciones orgánicas, así como el mantenimiento del tono físico y mental. Su digestión empieza en la boca, por lo que es muy importante masticarlo bien.
Casi la mitad del pan son hidratos de carbono, que se absorben con facilidad. Su absorción es todavía mejor si el pan se reparte durante el día y se acompaña de otros alimentos, como por ejemplo en un bocadillo. Esta característica permite la inclusión de pan de dietas de adelgazamiento. El pan también contiene una proporción de proteínas, hierro, calcio, y vitamina B1. Su valor calórico se sitúa en torno a 270 calorías por cada 100 gramos.