Una de las delicias culinarias de la infancia es, sin duda, la leche condensada. Este manjar de color amarillento, ligeramente espeso y de sabor muy dulce se utiliza frecuentemente en la repostería. También, las personas golosas lo emplean para endulzar el café.
La leche condensada se obtiene extrayendo parcialmente el agua y añadiendo azúcar, lo que permite una conservación durante largo tiempo sin necesidad de refrigeración. Posteriormente, se la somete a un tratamiento térmico con el fin de garantizar su estabilidad a temperatura ambiente mientras esté cerrado el envase. La alta concentración de azúcar impide el desarrollo de gérmenes.

«En el origen de la leche condensada está la inquietud por lograr una mejor conservación para la leche.»

Este producto tiene una larga historia. En el siglo XIX era muy común la intoxicación producida por el consumo de leche, contaminada en el proceso de ordeño y a causa de los rudimentarios procesos de conservación. Por esta razón, se investigó una manera de poder almacenarla sin riesgos para la salud y sin tener que refrigerarla, conservando todo su sabor y cualidades nutritivas. Ya en 1822 Nicolas Appert logró evaporar el agua de la leche al baño maría y en 1835 William Newton añadió azúcar al experimento consiguiendo alargar la vida del producto. 20 años después el norteamericano Gail Borden, la patentó y la puso en el mercado popularizándose durante la Guerra Civil en Estados Unidos, ya que se convirtió en una buena solución para la alimentación de la tropa.
Beneficios nutricionales
La leche condensada supone una importante fuente de proteínas e hidratos de carbono por el elevado contenido de azúcar, lactosa y glucosa, proporcionando un gran aporte calórico.
Al igual que la leche, la leche condensada posee diversas vitaminas, como la A y la D, y minerales como calcio, fósforo, zinc y magnesio.
Ventajas:

  • Proporciona energía rápida y tiene un efecto revitalizante, por lo que está especialmente indicada para personas que realizan grandes esfuerzos físicos.
  • Como todos los lácteos, por su aporte de calcio y fósforo, cuida los huesos.
  • Previene enfermedades cardiovasculares por su contenido en magnesio.
  • Fortalece el sistema inmunológico por la vitamina C.
  • Beneficiosa para el cerebro por su contenido en fósforo.
  • Sanea la piel por su efecto hidratante.

Precauciones:

  • No está indicada para personas con obesidad o sobrepeso ni para personas que padezcan diabetes.
  • Su consumo en exceso puede favorecer la aparición de caries dental.

 
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